Anselm Kiefer

Dar sentido al sinsentido

Permanente

Anselm Kiefer (Donaueschingen, Alemania, 1945 – París, Francia, actualmente)

Anselm Kiefer nació pocos meses antes de la batalla final de la Segunda Guerra Mundial y, mientras crecía, pudo ver las consecuencias de la guerra moderna y la división de su país natal. Fue testigo de la reconstrucción de una nación fragmentada y vivió su lucha por renovarse. El artista se dedicó a investigar las interconexiones entre la mitología y la historia alemanas y cómo estas contribuyeron al auge del fascismo. Muchas de sus pinturas — inmensos paisajes e interiores arquitectónicos, en los que a menudo se incrustan paja y arena— invocan la herencia literaria y política germana; abundan las referencias al poema épico medieval de El cantar de los nibelungos, o al dictador nazi Adolf Hitler (1889–1945). Para uno de sus proyectos más tempranos, la serie de 1969 Ocupaciones (Besetzungen), Kiefer se fotografió a sí mismo haciendo el saludo nazi en diferentes ubicaciones de Francia, Italia y Suiza. Cuando se trasladó al sur de Francia a comienzos de los años noventa, la iconografía del artista se amplía para abarcar temas más universales relativos a la civilización, a la cultura y a la espiritualidad, recurriendo a fuentes como la alquimia, los mitos antiguos y la cábala.

Kiefer se ha convertido en uno de los máximos exponentes del Neoexpresionismo, caracterizado por su violenta pincelada gestual. En su obra, no son frecuentes los colores brillantes ni las luces; sus imágenes son atmosféricas, veladas, y muestran escenas crepusculares, pintadas con el gris como color dominante. Sus piezas de gran escala combinan una paleta casi monocroma con la técnica mixta, que incluye materiales como ceniza, escayola, semillas, tierra, paja y tiras de plomo. La experimentación con los materiales es de vital importancia en el proceso creativo de Kiefer. El material elegido adquiere un significado simbólico cuando se combina con el tema. Los objetos que reúne en sus trabajos trascienden su identidad física y hablan por sí mismos, evidenciando las obsesiones del artista a través de ricas asociaciones y metáforas. Arena, flores, ramas secas, paja y objetos de hierro muestran la fascinación de Kiefer por la metamorfosis. El plomo se convierte en un elemento fundamental, tanto por sus características físicas y su capacidad de transformación como por su relación con la alquimia y la cábala. (Museo Guggenheim Bilbao)

Para mí, el arte es la única posibilidad de establecer una conexión entre las cosas que no tienen sentido y las que sí lo tienen. Veo la historia como algo síncrono, tanto si se refiere a los sumerios como a la mitología de Alemania. Para mí, las viejas sagas no son viejas en absoluto. Ni tampoco la Biblia. Cuando la lees, la mayor parte de las cosas ya ha sido formulada”. (Anselm Kiefer, citado en Ein Gespräch: Joseph Beuys, Jannis Kounellis, Anselm Kiefer, Enzo Cucchi (ed.: Jacqueline Burckhardt). Parkett- Verlag, Zúrich, 1986, pag. 40)