Arte español de mediados del siglo XX
Permanente
Los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial fueron cruciales para las artes plásticas en toda Europa. El desarrollo de un estilo gestual y abstracto, que encontró su epicentro en París, fue una reacción a las atrocidades y traumas de la guerra. Las energías creativas se concentraron lejos de las tradiciones previamente naturalistas, figurativas y geométricas. Este movimiento pictórico, conocido como informalismo, se convertiría rápidamente en la tendencia artística más influyente y, por tanto, en la lingua franca (lengua vehicular) de su época.
A finales de los años 50, España empezaba a salir de un período de aislamiento social y cultural que había traído consigo un conservadurismo que se manifestaba en sus prácticas artísticas. El estudio de movimientos y conceptos experimentales no era posible en las academias, en una época en que las vanguardias empezaban a ser aceptadas y quizá todavía no se fomentaban lo suficiente. No obstante, gracias al esfuerzo de un grupo de artistas, muchos de ellos representados aquí, el arte español encontró una manera de realinearse con las ideas progresistas que iban desarrollándose en el resto del mundo del arte. En lugar de apoyarse en las vías tradicionales de aprendizaje, muchos crearon sus propios círculos creativos, formando colectivos de artistas como Dau al Set en Barcelona y El Paso en Madrid. Muchos de estos artistas, algunos de ellos autodidactas, también viajaron a París e incluso más lejos, a los Estados Unidos, buscando la inspiración que traerían a España para desarrollar su propio estilo artístico. Evolucionaron en consonancia con los principios del informalismo pero rindiendo tributo simultáneo a las grandes tradiciones del arte español ejemplificadas por Goya y Velázquez, e introdujeron un lenguaje visual español propio en un discurso internacional más amplio.
Tan influyentes fueron aquellos creadores que, al final de la década, el arte español era muy reconocido y celebrado internacionalmente. Las obras más destacadas fueron reconocidas con numerosos galardones en importantes eventos artísticos, como la Bienal de Sao Paulo (1957), la 29.ª edición de la Bienal de Venecia (1958) o en la presentación de la transcendental exposición «Nuevo Arte Español» del Museo de Arte Moderno de Nueva York (1960). Aquellos artistas, que desempeñaron un importante papel en la reapertura de las vías culturales y sociales españolas al resto del mundo, habían tendido los puentes que definirían los nuevos caminos del arte español para las generaciones venideras y habían logrado un reconocimiento más allá de su apreciación a nivel local.
Las obras expuestas en estas salas ofrecen un recorrido por la producción de estos influyentes artistas más allá de los años 50 y 60, con obras de las décadas posteriores, destacando la diversidad creativa que se desarrolló mediante contribuciones individuales e independientes, en un esfuerzo conjunto por contemporizar el arte español.